Regreso de visitar la iglesia
y de decirle al Pastor que el próximo domingo no podré reunirme con
ellos, le dijo Magdalena a su padre Lisandro, quien juntamente con Carlota, su
madre, la estaban esperando en la puerta de su casa; Lisandro se le quedó
viendo y le dijo: no es correcto que una jovencita como tú ande mucho tiempo
fuera de su casa; al mismo tiempo que Carlota le preguntó que si había visto a
Pablo y Pedro, sus hermanos gemelos, ya que hacía rato que estos habían salido
a la plaza a comprar abono para la milpa y no habían regresado, contestándoles
Magdalena que no los había visto por ningún lado.
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El Mozote, apenas
tenía unas cuarenta humildes casas construidas unas de bahareque y
otras de adobe; una ermita católica donde se oficiaba misa los jueves, debido a
que solo ese día llegaba el padre Antonio que viajaba desde la
ciudad de San Miguel; una iglesia evangélica que realizaba culto
todos los días de la semana, ya que Don Timoteo que era el guía espiritual
vivía en ese lugar; la plaza pública que hacía las veces de parque y de
mercado; aquí se comercializaban los productos básicos para la alimentación, era
común ver los tomates rojos, pepinos, maíz, frijoles, gallinas, carne de cerdo,
leche, queso y otros productos; a veces esta plaza servía para
efectuar encuentros deportivos entre los jóvenes de las comunidades aledañas,
ocasión que aprovechaban para realizar alguna fiesta, donde elegían a sus
futuras esposas.
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Doce horas tardó en llegar un
escuadrón de soldados, y antes de ingresar al cantón una voz fuerte ordenó no
dejar con vida a nadie. Era el Coronel Taylor; el resto de soldados empezó a
cumplir la orden de su superior; las ráfagas de plomo lanzadas por las potentes
armas, eran como lenguas de fuego que devoraban en un instante la humanidad de
aquella pobre gente
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El potente helicóptero Apache
AH-64 casi no se distinguía por su color azabache, el ruido del
motor y de sus gigantes aspas puso en alerta a los rebeldes que ya
habían sido reforzados con guerrilleros del vecino país.
Ocultos entre los árboles y arbustos usando sendas ramas de pino,
alertas y en posición de ataque bajo el mando del comandante Aarón. Un
guerrillero de convicción con experiencia en manejo de armas y en explosivos de
alto poder, conocedor de estrategias y tácticas guerrilleras; era como un
venado para correr y su astucia como un conejo lo distinguía de los
demás.
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El copiloto utilizó el equipo
de sensores de visión nocturna para visualizar con mayor precisión su objetivo,
lanzó la primera descarga de explosivos en los
alrededores del poblado, causando grandes destrozos; pero cuando se disponían a
lanzar el segundo ataque, fueron sorprendidos por una potente explosión seguida
de un relámpago que salió de entre los matorrales iluminando gran
parte del terreno, instante en que un misil tierra-aire dio
en el rotor principal de la aeronave.
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El fuerte viento provocó una
falla mecánica en uno de los motores conduciendo al avión a una
caída en picada. La experiencia del piloto redujo el inminente peligro hacia un
aterrizaje forzoso, donde sus pasajeros solo sufrieron el susto y en pocos
minutos fueron atendidos por personal de la Cruz Roja Internacional en el
aeropuerto de Comalapa de El Salvador. Después del susto, Anderson se dirigió a
una farmacia donde compró medicina para calmar los nervios.
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se quitó la ropa y se
vistió con una bata de seda que le quedó bien ajustada; se acostó boca arriba
con los brazos sosteniéndose la cabeza y ya se iba quedando dormido cuando se
apagó la luz; posiblemente quitaron la energía, pensó; cerró sus
pesados párpados cubriendo sus ojos en señal de descanso y quedándose dormido
iba cuando vio que una sombra cruzó fugazmente por la habitación y
pensó que algún gato se había metido en la habitación; pero luego escuchó un
quejido como de alguien que estaba sufriendo algún dolor. Hacía lo posible por
dormirse; pero nuevamente oyó que un grupo de personas corrían y lloraban, esto
lo puso más asustado y se cobijo de pies a cabeza con la intención de quedarse
dormido; ya casi lo lograba cuando escucho un grito de desesperación
de una madre que le habían asesinado a su querido hijo. Sintió un profundo
miedo y el ritmo de su respiración disminuyo se coloco las manos sobre su
corazón y paulatinamente se fue quedando dormido; pero solo había dormido una
hora cuando sintió que una cosa pesada le cayó encima de su cuerpo;
Instintivamente lanzó una manotada al aire para quitarse de encima lo que
supuestamente le había caído; pero se dio cuenta que no le había caído
nada encima.
Entre dormido y despierto ve
un largo camino que conduce a un cementerio y recorre la distancia hasta llegar
a la puerta del camposanto; al fondo, a la orilla de una tumba, vio la luz
de una vela y una mujer vestida de negro, que con voz alta platicaba
ella sola, sosteniendo en sus manos una camándula y un
rosario. Se acercó muy despacio sin hacer ruido y sintió un olor putrefacto que
le causó vomito..
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