Prologo de la obra

          
A MANERA DE PRÓLOGO

Francisco Antonio Ramírez nos cuenta a ritmo terso y apasionado la crónica de un drama desgarrador como absurdo, vivido en los años setenta durante una de las guerras más cruentas que hayan ocurrido en el continente americano, ese que conocemos como la pachamama desde Rio Grande hasta La Patagonia. Una guerra civil que duró 12 años y ochenta mil seres humanos masacrados, porque como estos relatos de Francisco Ramírez, así de crueles, inhumanos y con saña y alevosía fueron ultimadas todas las víctimas de ese infierno al que le queda lo de “civil” muy grande, porque en toda la contienda los encuentros no tenían nada de civilizados ni mucho menos de orden y disciplina castrense, en sus ejecuciones, movilizaciones y estrategias criminales. Desaparecidos, violaciones ajusticiamientos sin juicios BARBARISMO, fue realmente lo que ocurrió durante ese período. Magdalena y su familia como miles de familias campesinas y habitantes de las ciudades en las colonias más pobres, sufrieron toda clase de vejámenes por los bandos en pugna. Ni siquiera podemos llamarlos combatientes o fuerzas armadas, sino bandas de facinerosos, despiadados y ciegos fanáticos que regaron la sangre del pueblo salvadoreño impunemente… Para luego llegar a un suigéneris y desvergonzado “Acuerdo de Paz”, donde todos se abrazaron, bebieron sendas botellas de wisqui, bailaron agarraditos de las manos, y se pusieron de acuerdo para repartirse el botín de la patria salvadoreña. Sendos curules o bancadas en el nuevo congreso, Dolce vita, y a pelearse ahora ya no a ideales que nunca parece haber tenido, sino a “piezasos de correspondencia”,  al quítate tu y me pongo yo…al enriquecerse, a seguir explotando al pueblo, vejándolo, olvidándose impunemente de sus necesidades. Un Acuerdo de iguales, de espaldas a los millares de familias inocentes afectadas por sus juegos de guerra. Un acuerdo más criminal que la misma guerra traducido en un “Aquí no ha pasado nada”. Acordaron muy cínicamente una amnistía que los libraría de todo pecado a ambas bandas de criminales. Cero justicia, olvidémonos del juego y todos a lavarse las manos como Pilatos. Esta actitud, estos escenarios en la guerra y en la post guerra dejaron más víctimas que los mismos asesinados, pues nadie se hizo cargo de esas matanzas, nadie rindió cuentas de los asesinatos y desaparecidos y el pueblo lo que ha desarrollado es un tremendo resentimiento y odio por esas guerras, generando un conflicto de descomposición social y desobediencia cívica que tiene a El Salvador en la picota, en una permanente crisis moral económica y social, privando sobre todo la decepción moral por los valores que supuestamente defendían unos y otros. Al punto la sinverguenzura  de estos combatientes que ni a sus militantes, sus soldados, sus compañeros en aquella lucha les han atendido sus necesidades. Francisco Ramírez con maestría, ingenio y creatividad, pero sobre todo haciéndose eco del sentimiento del pueblo nos hace una crónica desnuda y puntual sobre aquellos acontecimientos manejando con un estilo romántico, sutil pero agudo en su denuncia, cada una de las características que tipificaron esa….”guerra” fratricida donde Magdalena, todas las Magdalenas salvadoreñas, nuestras infinitas mujeres salvadoras del mundo, llevaron la peor carga de aquella masacre que sus líderes convirtieron al final en un frio, vergonzante y descarado espectáculo de circo acordando entre ellos una Paz de cómplices.


Fredy Ramón Pacheco



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